Las niñas y los niños nacidos y criados en la guerra, serán ciudadanos del mañana con las marcas de un pasado cruel y absurdo, sin explicación válida que justifique la muerte entre los hijos de un mismo país. Las etapas cruciales de sus vidas deben estar alimentadas por experiencias positivas y conocimientos constructivos que consoliden la formación de su personalidad. No obstante en medio de la confrontación son obligados a combatir unas veces y a vivir otras entre balas cruzadas y explosiones de bombas, lesionando su autoestima y vulnerando su autonomía.