miércoles, 13 de febrero de 2008

"Entre pasiones y necesidades, muchas mujeres combaten en las selvas"

Muchas no superan los quince años de edad. No se han enamorado. Algunas son huérfanas. Víctimas de la violencia doméstica, reflejo de una actitud acorazada donde la promiscuidad, un hijo inesperado o el rechazo familiar las obliga a huir de sus hogares.

Otras simplemente se refugian en las armas y la fuerza que ofrecen las guerrillas de Colombia para defender sus ideales políticos, o servir como instrumentos sexuales para satisfacer la ansiedad que producen la selva, el tiempo, ellas son las voces femeninas de la guerra.

Si Clara Rojas y Consuelo González conmocionaron al mundo con sus relatos sobre las maneras de cómo son tratados los rehenes de las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC), las voces y noticias de las mujeres que combaten y se vuelven víctimas de este conflicto también sorprenden.

"Esta guerra es profundamente masculina en su orientación y continuación, es como de machos; el machismo hecho guerra, pero terriblemente femenina en su impacto y frente", comenta Jorge Velázquez, de la Consultoría para Derechos Humanos y el Desplazamiento en Colombia (CODE).

En ese país, las mujeres guerrilleras constituyen 45% de las filas insurgentes, según la CODE, y, en oposición a los roles establecidos por muchas sociedades que marginan a la mujeres en papeles destacados, ellas rompen paradigmas y se ven envueltas en la vorágine de una guerra fratricida.

En las FARC 40% de sus filas está constituida por mujeres que visten uniformes, llevan fusil y se declaran revolucionarias, con derechos similares a los de los hombres, pero nunca iguales.

De las seis mil mujeres que integran el Ejército de Liberación Nacional (ELN), 54% son niñas cuyas edades oscilan entre los 12 y los 17 años.

También había mujeres en las desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Muchas de estas guerrilleras quedan embarazadas y son obligadas a abortar. Toman anticonceptivos y las relaciones sexuales tienen que ser consentidas por el jefe del comando.

"Recibimos información de guerrilleras que entregan a sus hijos al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) porque sus comandantes les prohíben tenerlo. Otros corren peor suerte, ya que se los entregan a campesinos de la zona donde acampan", comenta Velázquez.

Muchas de estas niñas y mujeres son utilizadas para fines sexuales de los comandantes, jefes de cuadrillas o guerrilleros rasos. Algunas se enamoran, desean ser madres y no logran soportar el embate de perder un hijo, por lo que deciden desertar.

Y es que en la guerrilla hay una ley inviolable: los niños o niñas que nazcan dentro de los grupos deben prestar servicio cuando estén en edad de operar.

Por ello la evocación del jefe máximo de las FARC Manuel Marulanda sobre Emmanuel, el hijo de Clara Rojas nacido en cautiverio: "Ese niño es mitad nuestro y mitad de la madre".

Dice Velázquez -quien lleva años escuchando testimonios aterradores- que "en los reglamentos de las guerrillas se prohíbe que se tengan hijos, existe un método de planificación familiar tan ordenado que a nosotros nos sorprende".

Dichos métodos no sólo son pastillas, brebajes o inyecciones, sino abortos donde hay mujeres que incluso conservan el feto de sus bebés. Al respecto, la oficial del Ejército Carol Castañeda describió al El Tiempo que un operativo en Tolima halló un cuerpo de cinco meses de gestación dentro de un frasco.

La ley, la norma
Según datos del Programa de Atención Humanitaria al desmovilizado del Ministerio de la Defensa colombiano, tan sólo en 2007, 354 menores de edad se desmovilizaron de grupos armados, huyendo de abusos y maltratos.

La mayoría de estos niños y niñas son utilizados para combates, labores de logística, mensajería y algo más cruel: el placer sexual. Una realidad de todos los conflictos armados.

En la guerra dicen, "todo es válido". Para las mujeres que la hacen las condiciones suelen ser duras, pero para otras es una honra a la patria.

Esa fue la sorpresa de muchos con la comandante Mariana Páez, la guerrillera con mayor exposición en el proceso de paz del el gobierno de Andrés Pastrana en la zona de distensión.

Páez evocó a la revista insurrecta Visur: "Las mujeres en las FARC obedecen a las injusticias sociales de nuestro país. Pero... aunque no hemos logrado superar esa cultura machista en la que hemos sido formados los colombianos, sí podemos afirmar con orgullo que en este tema estamos dando una verdadera revolución, pero estamos felices de batallar".

Entre relatos, batallas, niños, amores y romances la guerra de guerrillas en Colombia sigue atormentando a sus ciudadanos y sorprendiendo al mundo.

En los últimos 4 años se han desmovilizado 1.893 mujeres rebeldes, según el Ejército colombiano. Muchas tendrán que aprender a convivir en sociedad, recuperar a sus familias. Construir una vida. Otras, hacerse la idea de que la batalla sigue.

No hay comentarios: