¿Por qué se vinculan entonces las mujeres a los grupos armados guerrilla y paramilitares?
La respuesta es compleja y debe contextualizarse; unos fueron los móviles de ayer y otras las razones que conducen a tal decisión de un considerable e indeterminado número de mujeres. Las cifras cambian, pero estamos hablando de miles.
Según estudios realizados por la Universidad Nacional de Colombia y de acuerdo con las respuestas dadas por niñas y niños desvinculados de los grupos armados, han llegado a ellos por dinero o por necesidad económica, lo que quiere decir que los ideales, por lo menos de los grupos de la izquierda, quedaron atrás: en la actualidad existe un mercado de trabajo entorno a la guerra.
Durante las décadas anteriores, muchas mujeres se vincularon a los movimientos de liberación porque encontraron una posibilidad de compromiso político, de hallar un lugar que las tuviera en cuenta y elevara su autoestima; no obstante escasas llegaron a cargo de dirección.
Valdría la pena realizar un estudio sobre el proceso de las mujeres a su paso por los grupos armados, y preguntarse por qué la guerra, que tradicionalmente han hecho los hombres, finalmente enganchó también al sexo femenino.
La construcción del género está en permanente proceso; desde luego, los cambios económicos, políticos y sociales inciden en los enfoques e interiorizaciones. Colombia, con más de medio siglo en permanente conflicto armado, ha llegado a un momento de desgaste y deterioro que se refleja en la oferta y demanda de empleo que nada tiene que ver con la lucha por un cambio social o por un cambio de roles de género.
La vinculación de niñas a los grupos armados habla del estado en que se encuentra el conflicto que parece no tener fin. Niñas menores de 18 años, hasta de diez, huyen de la violencia intrafamiliar, de los abusos sexuales, de la crisis económica y hasta de su propia crisis de identidad como adolescentes, y buscan protección y refugio.
Se trata de menores con un bajo nivel educativo que en la mayoría de los casos no han terminado la primaria, han probado algún tipo de droga y han estado en algún combate.
¿Combate para qué? Ellas no reciben formación y desconocen sus derechos; lo mismo les da estar en la guerrilla, que en un grupo paramilitar. Estamos hablando de estudios de niñas y niños que, ya desvinculados, se encuentran bajo tutela del Estado y no se les considera delincuentes, sino víctimas
Las niñas, niños y jóvenes que son capturados, que se entregan voluntariamente o son entregados por el mismo grupo, entran a un programa especial.
Da particular horror leer sus testimonios, en los que declaran sus dolores, sus acciones en los grupos; las niñas, en algunos casos, pasan a ser las “compañeras de sus jefes”, y en otros casos ellas ven las ventajas que da serlo y lo buscan con afán.
Para reconstruir a Colombia es mucho lo que hay que deconstruir y nada justifica que los grupos admitan e inclusive lleven forzados a las y los menores de edad. No sólo desplazan a las familias de campo en su lucha por territorio, sino que engrosan sus filas con quienes deberían estar en una escuela.
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